Sociología Obrera

viernes, 10 de noviembre de 2006

¿A quién le gana la sociología en la UFRO? Producción sociológica en Chile y la producción de la carrera

Desde el ¿Qué hace un sociólogo? Hasta ¿de que sirve la sociología?
Cuando uno ingresa a una carrera tiene ciertas nociones de lo que significa, de lo que se hace, de cual es su “rol” dentro de la sociedad, etc. Pero cuando esto no es así en muchas oportunidades la clarificación es práctica, es decir, a través de la vivencia misma en ambiente académico e universitario, estando en contacto con profesionales del área, etc., se logra dar salida a la interrogante al ver a un profesional en acción, en su campo laboral, en la gloria y majestad del trabajo.

El origen de la pregunta de ¿Qué hace un sociólogo?, no debe encontrase en las reflexiones de la cátedras del pensamiento sino en la desorientación general de la sociedad de la función o el fin (acordarse de la racionalidad que prima en la sociedad capitalista), el ¿para qué sirve?, etc. Si la pregunta se repite al interior, no sólo del conjunto de la sociedad, que muestra una desconexión de la academia con la sociedad, sino que en los mismos pasillos de la Universidad nos encontramos ante una crisis de la carrera.

Si la sociología “sirve de algo”, es de acuerdo a la necesidad que tenemos de ella como sociedad, pero también de cómo la manifestamos y de cómo la necesidad misma es satisfecha. Si no existe esta relación entre necesidad-disciplina-satisfacción, las condiciones prácticas de explicación de conjunto se hace absurda. Y si la disciplina no es capaz de pensarse a sí misma a través de la necesidad y de la satisfacción, es decir de la sociedad, recae en el mutismo y en el aislamiento intelectual. La búsqueda a la raíz de la pregunta está en la lógica de pensar el mundo en que estamos inmersos, pero dentro de esta, la falta de respuesta debe ser parte de una pregunta y cuestionamiento de la misma disciplina a su acción como interventor y actor en la sociedad moderna.

Muchos de esta forma tratarán de hablar de una “crisis de la disciplina”, pero, en vez de caer en un cuestionamiento epistemológico y ontológico a las bases de la sociología post-moderna, preferimos ver en que se basa realmente este desencaje entre las necesidades sociales y la carrera de sociología de la UFRO, ya que aquí es donde identificamos una seria irregularidad en el desempeño de la academia, mientras que en otras instituciones, y otros sociólogos, dan una línea y orientación clara y definida (ideológica y materialmente) acerca de la finalidad de la sociología y a lo que significa hacer sociología en las condiciones históricas y sociales actuales.

Por ello hablar de una crisis de la disciplina ante la interrogante sin solución, abierta a través de esta discusión y que hoy pretendemos clarificar con respecto a lo que significa ser sociólogo y hacer sociología no para el marxismo y la clase trabajadora, sino que para el conjunto de “la comunidad científica de la sociología”, ya que ésta da luces de acuerdo a como avanza la disciplina y la sociedad, salvándonos de caer en el análisis de la particularidad precaria de la carrera en la UFRO, generalizando un diagnóstico irreal y falto de una visión de totalidad que, inevitablemente, decae en el error de la insustancialidad de elementos en el análisis.

El ambiente académico y multiparadigmático. Enfoques para todos/as
Es innegable reconocer los avances de la disciplina en el país. Sea de la forma que sea. Tomando la posición ideológica burguesa, tomando ribetes de un ala progresista, etc. La existencia “de un paradigma científico (el cual) es una matriz cognoscitiva y disciplinaria, en cuya configuración son fundamentales las creencias, compartidas por una comunidad científica, sobre cómo es posible conocer la realidad y sobre cual es la índole constitutiva de tal realidad (supuestos epistemológicos y ontológicos)
[1], muestra el primer criterio de convivencia y conflicto de la disciplina y las ciencias sociales en la actualidad, ya que, lejos de la inexistencia de este cuestionamiento a los supuestos ontológicos y epistemológicos de un paradigma único, encontramos “un campo multiparadigmático, en que existen claras y marcadas diferencias epistemológicas y ontológicas, con una inconmensurabilidad entre paradigmas, cada uno con sus propios procedimientos aceptables, su noción de lo que es una prueba empírica y su propia concepción de lo que constituye conocimiento válido”[2].

Siguiendo a Burgos, este hace una clasificación de los paradigmas que más habitualmente se han distinguido: 1) el positivista, que correspondería a lo que Habermas llamaría las ciencias empírico-analíticas, y que en la actualidad han devenido en una versión post-positivista; 2) el interpretativo, en la perspectiva de la tradición hermenéutica, y 3) el paradigma crítico; además añade argumentos para hablar de un 4) paradigma post-moderno, y de 5) la radicalidad de los planteamientos de la teoría sistémica luhmanniana hacer pensar en un germen paradigmático
[3].

Haciendo esta distinción de lo que significa la tendencia multiparadigmática que está sometida la disciplina en el país y en la actualidad, y a la vez contrastando la realidad micro-social sociológica de nuestra carrera vemos que algo realmente no anda bien de acuerdo a la tendencia en producción de conocimiento en la sociedad chilena.


La “decisión” paradigmática supone una serie de elementos de acuerdo a la comprensión del sujeto de la realidad, a u actuación en le medio, a un enfoque de definiciones del rol, el perfil, etc., de condiciones que se promueven y vinculan a la hacer y pensar la sociedad. La crítica que aducíamos en textos anteriores acerca de la falta de una orientación paradigmática onda en esto: “No existe una visión paradigmática, por lo que no existe una relación, como tal, con el medio social que pueda fundamentarse en ciertos principios básicos de acción y definición de la disciplina para, con y a través de la sociedad”. Esto ya señalábamos, significa dejar el buque a la deriva, el no asumir acciones concretas ni responsabilidades políticas con la sociedad, esto en realidad, es hablar de una universidad “estatal” sin sociedad.

Pero en esta ocasión queremos profundizar en lo que la falta de una orientación paradigmática significa tanto porque esta no se realice en materia académica como cuales son sus determinaciones (del relativismo ambiguo de la sociología) y de donde y quienes proviene la precaria condición actual de la carrera que no permite hablar de una sociología en el contexto de la disciplina a nivel nacional o científico, sino que aislada de la sociedad y buscando una relación pequeño-burguesa entre la estabilidad y el equilibrio académico-laboral
[4].

¿Por qué aislada? ¿Por qué esta racha de perdedores? ¿A quién le ganamos? Son preguntas que no aparecen de la lógica de competir o de desarrollar un pugna contra las demás carreras a lo largo del país, sino que se basan en ver la posición disciplinar y el lugar que ocupamos en la comunidad científica nacional; básico de una carrera que espera comprender, entender, explicar, etc., la realidad social. Dejemos que la realidad nos castigue por no cumplir con nuestro haber.

Que mejor forma que nos castigue con un poco de nuestra propia medicina: un estudio acerca de la investigación sociológica en Chile (la ya citada obra de Burgos) y un análisis a las condiciones regionales. La relación no es deliberada y se entenderá porque en el desarrollo, ya que es parte de la concepción práctica que debiesen involucrar los paradigmas a desarrollar frente a necesidades sociales presentes y emergentes en una región como al Araucanía (lugar de “desenvolvimiento” de la carrera).

La disciplina y su desarrollo en Chile. La carrera del saber social en la lucha de clases.
Aunque no nos parezca muy agradable, retomamos un estudio de J.J. Brunner de a fines de los años 80’, maestro del neoliberalismo en la relación educación-mercado, en donde el foco estuvo en la utilización, en la sociedad, del conocimiento generado por los productores científicos-sociales. La articulación paradigmática de los conocimientos es objeto central de atención, respecto a los cuales habla en términos de ‘paradigmas de conocimientos’, ‘comunidades de productores (de conocimiento) de las ciencias sociales’ y también en cuanto ‘programas de investigación’.

Miran que curioso: Ya a fines de los años 80 había una producción de conocimiento que investigar, un conjunto de conocimientos desarrollados por los sociólogos en Chile, una comunidad de productores en las ciencias sociales, la pregunta definitivamente no es ¿Dónde estaban nuestros académicos en materia de producción intelectual? (lo que nos llevaría una biografía de cada uno de ellos, cosa para la cual no tengo tiempo, ganas y, en realidad, se escapa de nuestros objetivos), sino es que desde hacia más de una década se viene desarrollando este fenómeno emergente de una sociología productiva de conocimientos, conocimientos de acuerdo a paradigmas, pero que en síntesis son parte de un proceso investigativo y de relación social tanto, de las universidades, instituciones privadas, centros investigativos y estudios, académicos, etc.

Dentro de las conclusiones de Brunner, en ese tiempo sociólogo de la “democracia”, se señala que
[5]:

  • “El positivismo, como paradigma de generación de conocimientos, se instaló en Chile con la constitución misma de la disciplina, en la década de los 50 y 60, tal como en el resto del mundo, aunque con una definida conexión ala problemática del desarrollo y al rol de Estado, en u contexto de búsqueda de modernización”[6]. Esto venía anexado a la tendencia mundial del predominio de la lógica positivista, no sólo al interior de las ciencias sociales, sino como forma de comprensión de la organización política y estatal, a través de la promoción de las clases que encontraron en la ideología y “ciencia” positivista una base de discusión en el ámbito académico. Su influencia se concentró en las clases acomodadas de Latinoamérica de rápida manera ya a mediados del Siglo XIX y a comienzos del siglo XX con ya plena identificación.
  • “Entre fines de los años 60 y el golpe militar hay un gran auge del paradigma crítico, en su manifestación marxista, asociado a la búsqueda de una transformación radical de la sociedad[7]” que apareció como resultado de una sociedad plagada de desigualdades social y un contexto latinoamericano de levantamientos de masas coronado por la Revolución Cubana el 59’ y desarrollado entre el 68’ y 76’ en el Cono Sur. Por ello “esta era una ciencia social comprometida, militante, que cuestiona fuerte y intensamente al paradigma positivista en todas sus dimensiones. Con el golpe militar de 1973, sin embargo, las comunidades de practicantes e instituciones creadas, para la generación, acumulación y difusión de conocimientos, son disueltas de manera drástica y total”[8], así como también el avance y conquistas de la clase trabajadora y el pueblo pobre en el país.
  • “En un tercer momento, que se inaugura en 1973 y que dura hasta fines de los años 80’ el positivismo gradualmente se va refortaleciendo, después de una primera fase de desconfianza generalizada, por parte de los detentores del poder, hacia toda manifestación sociológica, ampliando su foco temático de focos de atención[9]”. Esto se hace tangible en el cierre de la carrera en las universidades prevaleciendo por la fuerza (y no por la razón) la razón positivista. El gobierno milita tuvo mucho que ver en éste proceso, ya que fue el mismo conjunto de la idea positiva de las ciencias sociales más la combinación de los elementos del libre mercado (liberalismo burgués de conjunto) lo que promovió y dio pie científico a las reformas neoliberales en el país.
  • “Luego del primer impacto y subsecuente repliegue, los grupos de investigadores críticos se reconstituyen, fundamentalmente en ONGs, apoyados con fondos internacionales. En estos centros mantienen relevancia elementos de paradigma crítico, pero con posiciones más complejas y menos unidimensionales que en el pasado. En algunos casos, además se desarrollan importantes esfuerzos de conexión entre investigación y acción[10]”. Esto viene ser parte del proceso de conjunto que asumirá la ‘izquierda chilena’, ya que luego de ver derrumbada sus esperanzas ‘socialistas’ en el gobierno de frente amplio y colaboración de clases de la UP, abrirá un proceso de decantamiento del marxismo clásico tratando de ser canalizador de un espíritu reformista a las masas, y tratando de adaptarse a un ‘nuevo clima’ social.
  • “La fase de reconstitución democrática, desde 1990 hasta el presente, ha involucrado diversos cambios que afectan a los productores de conocimiento social, entre las que cabe mencionar las siguientes: 1) se restablecen las comunicaciones intracampo, reconectándose investigadores antes separados en ONGs, el Estado y las universidades. 2) Cambian las pautas de financiamiento de: disminuyen sustancialmente los fondos internacionales y crece el financiamiento de la investigación social desde el Estado. 3) se intensifica la búsqueda por generar conocimientos usables y gestionables para fines prácticos, tanto en instancias públicas como privadas[11]”. Esta etapa abrió una nueva óptica a la que anteriormente se había realizado a partir de una confrontación de los paradigmas a través de la concepción de la disciplina (y propia de la lucha de clases) para dar cabida a la política del Plebiscito y la colaboración abierta de clases con un fin último: la democracia. Esto obviamente traerá consecuencias para el desarrollo de la disciplina, como ya se evidenciaba en un ‘hacer cosas prácticas para Chile’, sin anteponer los criterios de clase o de proyecto intelectual de clase, sino que abogando al “bien común”.
  • En este nuevo marco, a principios de los años 90 se plantean interrogantes y conjeturas sobre las direcciones que seguirán las ciencias sociales. Como parte de las investigaciones coordinadas por Brunner, Hopenhayn[12] en su estudio muestra el desarrollo de “una nueva sensibilidad en las ciencias sociales en Chile”, que se habría venido gestando desde la segunda parte del período autoritario. Este autor conjetura que se había estado gestando una “comunidad humanista-crítica” de productores de conocimiento, “que todavía tiene – sostenía en 1993 – un carácter incipiente, pero que progresivamente gana reconocimiento, espacio de debate académico, y adquiere formas institucionales de acción e interlocución con cuentistas sociales de otras comunidades, como también con actores sociales diversos”. Esta comunidad, en su postura crítica, se encontraría distanciada tanto del positivismo, como del marxismo. “Se revela contra el requerimiento de subordinar la investigación a la producción de un conocimiento orgánico, sea para el Estado o para un partido político, y busca develar las manifestaciones del poder subyacentes en la sociedad. El carácter humanista de Hopenhayn se lo asigna la búsqueda libertaria de un orden ‘exhaustivamente democrático’, en todas las esferas de la sociedad. Sus fundamentos epistemológicos son, dice el autor, menos claros y apostarían por una epistemología abierta, que se cuestiona a sí misma”[13]. Esta búsqueda es propia de un eclecticismo que parece revelarse como parte de la frustración pequeño-burguesa frente al poder y frente a los proyectos políticos en la sociedad post-dictadura. Es así como las ciencias sociales también van siendo influenciadas por un clima ecléctico políticamente que trata de saltar la lucha de clases para encasillarse en la esperanza democrática pequeño-burguesa y, por lo tanto, tomando parte en la misma.
  • Dos de los estudios del mencionado programa encabezado por Brunner abordan el paradigma marxista. El primero, de Moulián[14], caracteriza el discurso marxista en el período previo, y las distintas corrientes existentes, pero dice poco de la comunidad de investigadores marxistas y de sus investigaciones en los años 90, es decir, en este nuevo período marcado por el fracaso internacional de las experiencias socialistas (deformaciones stalinistas claro está) más destacadas (la caída del muro de Berlín, la debacle de la URSS y la restauración capitalista de Rusia) y un gran debilitamiento del pensamiento marxista a nivel mundial, con un contexto social muy diferente a los períodos previos. en su estudio, según Ramos, parece faltar la conclusión y derivaciones para el período democrático que se iniciaba. El segundo texto, de Paramio, por su parte, es abstracto y genérico; es más bien una reflexión sobre la construcción teórica del marxismo y no dice nada sobre la comunidad de investigadores marxistas, o críticos en general[15].

Lo que podemos observar si quiera en este primer período son conclusiones certeras y precisas desde la concepción materialista de la historia y la sociedad: 1) la producción intelectual y la ciencia no son actividades que se desarrollen fuera de la sociedad, sino que son producto de un conjunto de relaciones sociales determinadas y determinantes en la práctica social. 2) El desarrollo de la disciplina en esta etapa histórica está marcada directamente con una tendencia “nacional-sociológica”, ya que proviene de procesos y necesidades propias de la situación nacional del país y las presiones tanto por derecha como por izquierda de fundamentar un “paradigma democrático”. 3) El desarrollo y papel jugado por la lucha de clases destaca como un importante referente en la transformación de la disciplina en cuanto perspectiva del sujeto investigador y su relación-participación en la sociedad. 4) Grandes cambios políticos y sociales abren procesos de transformación en la disciplina y aquí estábamos en presencia de uno: la unificación del país por un Chile sin Pinochet.

De hecho es notable que en la investigación de Carlos Ramos se mencione a Lincoln y Guba
[16], quienes señalan la tendencia al entremezclamiento, a las interconexiones entre paradigmas, lo cual derivaría en confluencias, pero también en el surgimiento de contradicciones y controversias. Esto, a nuestro parecer, resultó ser parte de un proceso conjunto en que, no sólo las bases epistemológicas encuentran contradicción (que parece ser lo que quiere dar a entender Lincoln y Guba a través de la inconmensurabilidad de los paradigmas) sino que también las bases de estos paradigmas se presentaban como proyectos que comenzaban a unificarse por delante de la lucha de clases, generando una ambiente de consenso político que, en la década de los 90, resultó propicio para la unificación tras dos décadas de colaboración en un “frente democrático”. Las contradicciones por lo tanto se darían tarde o temprano en el desarrollo de la lucha de clases y no en las bases epistemológicas o en las ‘abstracciones’ que algunos cuentistas científicos pretenden auspiciar: las bases epistemológicas y el carácter ontológico de cada teoría y paradigma supone un criterio que está implícito en la posición que toma el investigador frente a la sociedad. Por algo las explicaciones a las decisiones metateóricas tomadas por el investigador se deben encontrar en la sociedad y en la praxis social[17].

La actualidad de las investigaciones sociológicas en Chile. Las variantes e hibridaciones como elementos de la realidad social.

Según la clasificación que hace Ramos en su estudio, donde se aborda la revisión de 500 textos, de los cuales quedaron 105
[18] para un cluster analysis, en el cual se consideran 6 dimensiones de clasificación: 1) tipo de supuestos sobre el carácter de la realidad, sobre cuya aceptación se sostiene la investigación; 2) forma en que son abordados los procesos de tipo causal; 3) presencia y rol de valores extracientíficos que orienta la investigación (desde neutralidad hasta un compromiso que tiñe la investigación misma); 4) tipo de conceptualización de la realidad; 5) empleo o no de documentos como fuente para la indagación empírica; 6) empelo o no de encuentras como instrumento para la generación de la información[19].

Los resultados del análisis global son contundentes: la mayoría (61,9%) de las investigaciones quedó clasificada como positivista, una tercera parte (31,4%) como interpretativa, y una cantidad menor, en el paradigma crítico, con unos casos que cumplían sólo parcialmente algunos criterios.

Sin desviarnos tanto del camino veamos que nuestra tesis de que éste desarrollo de producción intelectual y sus distintos paradigmas obedece a una línea de compromiso con la realidad existente, y con el proyecto de clase de clases y sujetos concretos. La ciencia no puede ser objetiva en una sociedad dividida en clases, ni tampoco aparece de la nada como una manifestación metafísica del desarrollo humano, sino que todo lo contrario: se desarrolla a través de necesidades concretas e identificables en períodos históricos determinados.

El que las tendencias postpositivistas predominen no hablan de un cuestionamiento al muestreo de Ramos, sino que abren la interrogante de ¿Cómo predomina ésta línea investigativa en el país? Las dos variantes postpositivistas, destacan porque “su forma de operar está fuertemente marcada por el supuesto de una realidad externa con regularidades discernibles… mientras que las consideraciones de las interpretaciones de los actores es algo que no está del todo ausente en los grupos postpositivistas, pero ellas no son elaboradas hermenéuticamente…a demás declaran una mayor neutralidad valórica, destacando la objetividad, confiabilidad y posibilidad de generalización de sus resultados, ratificando su cientificidad y con la idea de la verdad como correspondencia con la realidad”
[20].

¿No resulta caso familiar el sostener esta concepción en una sociedad de clases que pretende legitimarse con real, verdadera, y por lo tanto, racional? La acción ideológica del postpositivismo se acerca a lo que ya habíamos planteado anteriormente a una reacción ideológicamente consciente de defensa de lo presente. Esto significa una concepción desmembrada y separada de la sociedad; una reacción de reconocimiento absoluto de la veracidad de la concepción ahistórica de la sociedad; un determinismo presentista e inmediatista de la realidad: son la representación de las ciencias empírico-analíticas tan duramente criticadas por Habermas.

La idea de que la sociedad permanece inmóvil a partir de la relación de sujeto/objeto en la investigación y sus productos, hace pensar de que posición clasista se encuentra tras esta concepción totémica de la verdad. Pero además nos hace pensar de ¿Cuál es la sociedad en que éste paradigma puede llegar a predominar?, y esto ya lo hemos desarrollado con mucha claridad en anteriores escritos a través del mismo análisis que hace, a partir de la misma y de la sociedad, el marxismo.

En eso queda preguntarnos, ya para aterrizar nuestro tema a nuestra situación actual, ante éste clima reaccionario en las ciencias sociales en el país y, por lo tanto, a una capa intelectual que intenta legitimar una realidad contradictoria, suprimiendo el análisis de las mismas a través de un enfoque objetivo y estadístico, soslayando interpretaciones que decaigan en el cuestionamiento a la realidad, es decir, haciéndose a un lado de las discusiones de la sociedad y, por lo tanto, alienándose y pretendiendo que la investigación científica sea una práctica alienante de personas e investigadores: ¿Qué queda en la UFRO? ¿Estamos investigando? ¿Estamos desarrollando un enfoque paradigmático ante una sociedad de clases que reclama y exige la toma de posición?

Sociología en la UFRO ¿Qué estamos haciendo? O ¿Estamos haciendo algo?

No es necesario decir que la disciplina necesita legitimarse, ya lo hablamos anteriormente, lo que sí es que socialmente si no tenemos contacto con la sociedad y no estamos analizando las relaciones sociales y sociedades humanas, estamos puro dando la hora. La legitimidad de la carrera decae en formar profesionales y no en una concepción activa de la academia, de la Universidad, ni tampoco de la investigación.

Antes revisamos las revistas que Ramos utilizó para su estudio ¿Apareció una revista de sociología de la UFRO? ¡NO! ¿A qué se debe esto? ¿Financiamiento? ¿Mediocridad? Se puede seguir, pero lo cierto es que la revista no existe, no somos un referente en cuanto a existencia práctica en la comunidad científica sociológica de Chile, ya que no estamos produciendo nada que no es haga existir formalmente como tal. No somos capaces de articular una superación de la división y distinción entre el sujeto y el objeto, no somos capaces de investigar sociológicamente.

¿Es acaso tan vital ser considerados por estos maniquíes de la sociología? Vital, claro que no lo es, pero entre morir en el desierto de hambre y sed, sin hacer nada, y teniendo los medios e instrumentos necesarios más vale morir haciendo una casa donde habiten los que no tienen donde habitar. Si parece exacerbado el tema del ‘reconocimiento de la comunidad científica’ déjenme decirles que, a quienes no alcanzan a comprender el problema de conjunto, más allá de la particularidad que tratamos de desarrollar aquí, si algo estamos haciendo es, en alguna medida, hacer sociología y haciendo sociedad, por lo tanto, mientras ejecutamos nuestra labor intelectual (política y social, y todo lo que lo signifique), estamos objetivamente ya insertos en el ‘plano científico’ por pertenecer a una institución social como la UFRO, y por lo tanto estamos sujetos y permeables, como el resto de la sociedad, claro que en distinta forma y niveles, a la discusión y debate sociológico en una sociedad de clases. El callar ya hemos dicho significa obviar la discusión, mientras que el reaccionar significa dar una lucha en uno de los frentes emblemáticos de la ideología burguesa respondiendo ante la subordinación a la realidad con acción concreta y revolucionaria en la praxis social.

Desde esta óptica es que podemos decir ¿Qué estamos haciendo? Ya que nos sirve para insertar una discusión en conjunto vacío que representa la carrera en cuanto opción paradigmática y en cuanto a investigaciones de parte de sus académicos que ratifiquen a la carrera como un referente a nivel nacional y den consideraciones de la calidad de la carrera y los profesionales que se forman en la región.

Sin lugar a duda, no asombrará al estudiantado, que la carrera no haya producido de conjunto nada referente a investigación social en lo que va del año, que el argumento de falta de financiamiento sea contrastable con la pregunta ¿se concursó algún fondo de investigación social o científica? ¿Se ganó alguno? Saber también si las políticas de la Universidad están en apoyo o detrimento de una sociología investigando y desarrollándose es esencial, pero esto no puede quedar claro hasta que la misma Universidad tenga claro ¿Qué es lo que está patrocinando? Si no existe proyecto de carrera mandarán a uno u dos asesores a ‘arreglar’ la carrera, a ‘planificar’ la carrera a los que en las aulas enseñan planificación.

La verdad es que resultados aún no encontramos en materia de desarrollo de la carrera en el área investigativa, y concordamos con la CNAP (con las limitaciones expuestas en artículos anteriores) en que se trata de hacer cargar la mochila de la investigación en las espaldas del estudiantado, sin que éste siquiera lo sepa. Doble crimen y doblemente feroz. La carrera presta soluciones ambiguas a demandas objetivas, sin una política concreta en materias tan específicas como la investigación.

¿Dónde están los Bravos, dónde están las Gaetes, en qué investigación los podemos ver? ¿En qué página de Internet podemos revisar sus ensayos sociológicos? ¿www.pencas.cl? Es claro que sufrimos en éste aspecto como en muchos una deslegitimación progresiva, no sólo frente a la comunidad científica sociológica, sino que frente al sistema institucional de la UFRO y ha todo el sistema educativo de educación superior (muestra de esto es la CNAP), mientras que adormecidos en los laureles algunos esperan que nada se mueva más allá de las hojas que antes veían correr, esperando que el equilibrio se mantenga, que el próximo mes puedan cobrar su sueldo o que mañana se puedan sentar en su banco a dormir entre las disertaciones de Power Point leídas a ya diez generaciones de corrido.

El formalismo irracional de los estatutos y la justificación de la no-investigación.
Los referentes que tenemos son precarios, y por eso una respuesta a ¿Qué hace un sociólogo? Casi siempre viene de afuera de las aulas y de afuera de la sociedad ¿Por qué será que esta lógica de que ‘somos sociólogos prácticos’ y no tenemos profesores trabajando? La raíz de éste árbol se plantó hace muchos años, y la idea de no ver a los profesores trabajando y haciendo tangible el ‘conocimiento’ que nos entregan hace que la misma carrera encuentre un vacío en cuanto perfil profesional (mercado) y en cuanto rol social (valórico y ético).

Más allá de ello vemos la reproducción de una pauta irrisoria que lo que logra hasta el momento es que profesores puedan esconderse en el aula, no hacer investigación, hacer clases mediocres, y además no rendirle un gramo a la sociedad ¿De qué sociología estamos hablando? En Santiago profesores de la Universidad de Chile trabajan en ministerios, haciendo una sociología reaccionaria y pequeño-burguesa, pero ratificando su existencia, levantando un paradigma, sentando una discusión práctica de ¿qué es lo que somos como disciplina?, trastocando un conjunto de proyectos a una discusión seria y abierta de lo que significa hacer sociología en la sociedad de clases.

En la UFRO, mientras tanto, estamos empantanados en lógicas dictatoriales y base racional. Estatutos que permanecen obsoletos de hecho, pero que son avivados en los fotones de luz cuando la necesidad reaccionaria así lo requiere. Así la carrera se endentece y recae en una oscuridad propia de fotones irracionales y subyugantes a marcos establecidos en camarillas feudales.

Es bueno preguntarse, para saber que significa científica y socialmente la carrera, si tenemos referentes significativos; si tenemos profesores en Organismos Internacionales, en Centros de estudios, escribiendo en periódicos políticos, en la prensa local, en le quirquincho dorado, en el baño, o en alguna parte; es bueno preguntarse si hemos ganado algún FONDECYT (que según el estudio de Ramos estaría financiando el 27,6% de las investigaciones sociales en Chile), si hemos tenido financiamiento internacional; si nuestros académicos lucen sus títulos o los ejecutan en la práctica, etc. Se abre un cuestionamiento referente a la posición institucional de los investigadores, sus bases organizativas, por sus mecanismos de socialización, y por sus medios de interacción y de difusión.

El estar con tantas preguntas también habla de ignorancia humilde, pero que sólo es justificable porque los académicos nunca se han dedicado a comentar ¿Qué es lo que están haciendo a parte de balbucear las clases? Las implicancias que esto tiene para la carrera son significativas, ya que de sólo imaginar el desconocimiento casi total del estudiantado con respecto a que hacen sus profesores, es parte de la respuesta a la pregunta de ¿por qué no sabemos que hace un sociólogo? Y además de ¿Qué orientación tiene la carrera?

No investigar desde la carrera significaría renunciar a discutir sobre lo que ya es la carrera, o sea nada, y por ello es que el trabajo por fuera aparece como una opción bizarra de parte del conjunto de la carrera, una salida al paso de las barreras y la trabazón de realmente asumir un compromiso con la carrera. Pero ¿Qué significa realmente esa concepción del pituteo, del trabajo por fuera, de rol político, etc. Sino que una desorientación, por una parte, e envidia consciente, por otro? De hecho la discusión se da en dos niveles y para los estudiantes sólo la primera (desorientación y repudio) vienen juntos, mientras que la envidia la dejamos a cargo de la máquina académica y sus estatutos irracionales.

Abriendo estas puertas, las de relación sociólogo-sociedad, encontraremos, tras las máscaras amistosas y amigables de todos los días, una lucha política real por poner a la carrera en norte a una orientación real y material en la sociedad, comprendiendo que cada una de estas concepciones del pituteo, el amiguismo, el político, que aparecen como ‘penables’ y castigables, son parte de nuestra sociedad, son parte de sujetos concretos, y que no podemos obviar ello, sino recaemos en la visión profética del postpostivismo y su ubicación externa (como a dos leguas británicas) de la realidad.

La concepción de esto muestra que tanto nuestros académicos se pueden potenciar, de acuerdo a la orientación de la carrera, como la misma hacia actividades que socialmente sirvan para desarrollar proyectos como, por ejemplo, el de sociología de las mayorías, levantando de conjunto un desarrollo y planificación de actividades que respondan a la lógica de hacer sociología en la región mirando el mundo y la lucha de clases. La idea es que el desempeño de nuestros académicos, fuera de la universidad, esté respaldado por una orientación de la carrera que vaya en pos de los mismos objetivos trazados, como agente intelectual y transformador de la sociedad, sin disociar ambos elementos, sino que complementando la preocupación social de acuerdo las condiciones actuales de la sociedad con un discurso que se abra a la transformación y cambio social.

Y ¿Nosotros qué? Los sociólogos bailan solos.
Viendo la obtención y comprensión de lo que significa cada uno de los paradigmas (en cuanto relación social en su génesis, compromiso ético y moral que representan, etc.), estamos llamado a ver ¿Qué realmente se hace “de esto” en la carrera? ¿Existe acaso una comprensión del campo multiparadigmático en que se desenvuelve la sociología? ¿Existen fenómenos investigativos prácticos, en donde la teoría sea desarrollada por los académicos de la UFRO? Hoy en día siquiera no, siendo los chivos expiatorios los estudiantes y sus tesis engordadas que pasan a engrosar la inacabable biblioteca de la Universidad, quedando ahí inertes, muertas, sin ninguna posibilidad de accionar una difusión investigativa de la UFRO o de la carrera. Por ello, parece no haber interés o capacidad.

Si queríamos responder para que sirve la sociología, nos podemos encontrar con serias dificultades, ya que otro tratamos de que todo igual, lo cambiamos, lo interpretamos, etc. Pero de por sí vemos que la sociología puede ser utilizada como instrumento, como herramienta y, para el pequeño-burgués, como fin en sí misma, teniendo claro que si desde nuestros referentes más cercanos, académicos, debemos responder a ésta pregunta, lo que podemos decir es que: la sociología sirve como excusa social para cobrar un cheque a fin de mes y para balbucear explicaciones prehistóricas.

En éste panorama de formación del profesional y su ‘perfil’ estamos trazando la investigación en la UFRO; en ese ambiente es en el cual los estudiantes de sociología se forman y desarrollan al interior de la IX Región, esa es la sociología privada, del interés privado, parte de un conjunto de delimitantes estructurales de la sociedad, pero parte al fin de cuentas; esa es la respuesta que deberemos dar cuando en la calle nos consulten o cuando nuestros amigos desinformados en al materia pregunten a ¿qué es la sociología o en qué trabajan los sociólogos? Esto sólo puede ser remediable de una forma y consiste en tomar conciencia de que formamos de conjunto parte activa de esta crisis, ya seamos sociólogos, presidentes, rectores, trabajadores, académicos, etc. Todos estamos en éste pantano y la mirada de concebir la sociología como una disciplina dinámica que se adapta a las transformaciones sociales, a la lucha de clases, se hace fundamental para superar la separación que existe entre la sociedad y la disciplina en la carrera de sociología en la Universidad de la Frontera.

Sociología de las mayorías: llenando el vacío paradigmático y reconstruyendo sociología en la Frontera.
Si hoy nos ponemos a pensar acerca de cual será la discusión que se realiza al interior de la carrera, y dentro de su estudiantado, en cuanto a continuar un proceso de ‘pluralismo amplio’, de desarrollar una sociología de consenso, o la propuesta de desarrollar una sociología de las mayorías en la región, vemos que estamos ubicados en el plano de una discusión sociológica (ontológica y epistémica), pero política y social a nuestro modo de ver.

A nuestro modo de ver es simple: “Hasta el momento la idea es de una malla pluralista que no ha conducido a nada; nos e hace nada en función del pluralismo sino que se deja hacer, pero hacer nada. Sabemos que le problema también pasa por los profesores y los alumnos, pero si el paradigma está sentado a la mesa ¿Por qué quienes hoy lo promueven no han hecho nada por aplicarlo en un ambiente, teóricamente, favorable?”

Eso entendemos como parte de la discusión centralizada en la carrera, pero ¿Qué esta discusión si una comprensión de la totalidad social? Podemos caer en el particularismo de la carrera, pero debemos ver de conjunto el proceso que se viene desarrollando en le continente latinoamericano, nuestra propia región y los conflictos político-territoriales, económicos, etc., es decir una sociedad en conjunto que comienza a polarizarse en sus destacamentos, y en esto, volvemos a repetir, el postpostivismo y el consenso juegan papeles importantes de freno a la dinámica social de la lucha de clases. El soporte ideológico que representan hoy las teorías del democratismo y las ilusiones de las masas en éstas interpretaciones hacen que las desigualdades permanezcan, mientras el dialogo se vuelve tormentoso y, cada vez más, de sordos.

Lo más significativo en los países imperialistas es el surgimiento de una nueva vanguardia obrera y juvenil que ataca los símbolos del poder capitalista “global” como las sedes de las grandes corporaciones, las bolsas, las cumbres del OMC o las reuniones plenarias del FMI y el Banco Mundial. Mientras que en América Latina desde el año 2000 se vienen dando importantes luchas y manifestaciones de masas, desde los levantamientos en México en la UNAM en el año 2000 (con la formación de la Central General de Huelga) hasta la acción en la Comuna de Oaxaca en el sur del país (la formación de la APPO); desde los levantamientos en el Alto, Bolivia (con el rol protagónico y de poder que asumió la COB), el año 2000, hasta el levantamiento de los obreros de Huanuni en el norte en contra de las cooperativas en la explotación del estaño; los levantamientos indígenas y la inestabilidad política en el Ecuador; la lucha de los mineros y secundarios en Chile; la crisis en la Argentina el 2001, y la lucha de piqueteros y el control obrero en Zanón (Fábrica sin patrones), etc. Un conjunto de hechos que vienen a sumarse a un continente que se polariza política y económicamente entre el reformismo de izquierda y neoliberalismo de bienestar.

Frente a esto podemos reaccionar como disciplina o tragando saliva ampliamente y callando nuestras más intimas pretensiones de justicia y el sentido común ante lo que sucede, o podemos dedicarnos a trabajar, en el vacío paradigmático que existe, por una sociología en defensa y desde las mayorías sociales oprimidas y reprimidas en nuestro país y la sociedad capitalista.

Es aquí donde se ponen los puntos sobre las ‘ies’ y se comienza nuevamente una discusión con respecto a un proyecto de sociedad como sociólogos, y una acción comprometida en la investigación. Entendiendo que el chorreo que ‘caerá’ de las clases opulentas y patronales no basta para suplir las necesidades materiales de miles; que la Fundación Ford no salvará del hambre a Chad ni a Chile; partir de entender, sin caer en la retórica populista, que en éste sistema no todos comeremos bien e incluso comeremos, no todos iremos a la escuela, que las desigualdades de ingreso no se superan por “buena voluntad patronal”, etc., la sociedad de clases está ahí, y la superación de ella no viene de giros éticos abstractos o soluciones morales al tema del poder, sino que proviene de nosotros mismos, sujetos concretos en su práctica social.

Es aquí donde decidimos, o ¿vamos a la derecha, nos quedamos en el centro (estáticos y mudos) o avanzamos y doblamos a la izquierda? Qué pasará, no lo sé.

[1] Carlos Ramos. Como investigan los sociólogos chilenos en los albores del Siglo XXI. Revista Persona y Sociedad. Volumen XIX/ Nº3/ Diciembre 2005. Universidad Padre Alberto Hurtado. Pág. 87.
[2] Carlos Ramos. Como investigan los sociólogos chilenos en los albores del Siglo XXI. Revista Persona y Sociedad. Volumen XIX/ Nº3/ Diciembre 2005. Universidad Padre Alberto Hurtado. Pág. 87.
[3] Carlos Ramos. Como investigan los sociólogos chilenos en los albores del Siglo XXI. Revista Persona y Sociedad. Volumen XIX/ Nº3/ Diciembre 2005. Universidad Padre Alberto Hurtado. Pág. 87-88.
[4] Esto a la vez no debe ser entendido como causa-efecto, sino que véase que esta misma relación de estabilidad laboral sobre intereses comunes se encuentra dentro de un proceso de contradicciones sociales donde esta misma relación pasa a ser parte de la totalidad siendo un efecto a la vez que causa, ya que es propia de las condiciones precarias de jubilación para el profesorado y de una política estatal dedicada a menospreciar al gremio de los profesores.
[5] Carlos Ramos. Como investigan los sociólogos chilenos en los albores del Siglo XXI. Revista Persona y Sociedad. Volumen XIX/ Nº3/ Diciembre 2005. Universidad Padre Alberto Hurtado. Pág. 91-93.
[6] Op. Cit. 91.
[7] Op. Cit. 92.
[8] Op. Cit. 92.
[9] Op. Cit. 92.
[10] Op. Cit. 92.
[11] Op. Cit. 92. la cursiva es nuestra.
[12] Hopenhayn Martín. “el humanismo crítico como campo de saberes sociales en Chile”, en Brunner, José Joaquín. “Paradigmas del conocimiento y práctica social en Chile”
[13] Op. Cit. 92-93
[14] Tomás Moulián. “El marxismo en Chile: Producción y utilización” en Brunner. Op. Cit.
[15] Más allá de entrar en una discusión propiamente tal con estos supuestos marxistas (Moulián y Paramio) avanzaremos en nuestra temática.
[16] Lincoln y Guba. Citados en Carlos Ramos. Como investigan los sociólogos chilenos en los albores del Siglo XXI. Revista Persona y Sociedad. Volumen XIX/ Nº3/ Diciembre 2005. Universidad Padre Alberto Hurtado. Pág. 93.
[17] No podemos hace referencia explícita de todos los procesos de colaboración teórica y práctica que se han desarrollado hasta aquí, ya que éste sería tema para otro trabajo, pero podemos mencionar le ejemplo del desarrollo de Habermas y su concepción teórica como la base de nuestro argumento, en cuanto reformismo de izquierda, democratismo y liberalismo en la acción comunicativa.
[18] El corpus quedó constituido por 20 libros, 11 capítulos de libros, 46, artículos de revista, y 28 documentos de trabajo o textos afines. Entre las revistas nacionales están las siguientes: América Latina (U. ARCIS), Revista de la CEPAL, Estudios Públicos (CEP), Estudios Sociales (CPU), Persona y Sociedad (UAH), Proposiciones (SUR), Revista de Análisis Anual (U. de Chile), Revista de Economía y Trabajo (PET), Revista de Historia y Ciencias Sociales (U. ARCIS), Revista de Sociología (U. de Chile), Revista Temas Sociológicos (UCSH).
[19] Carlos Ramos. Como investigan los sociólogos chilenos en los albores del Siglo XXI. Revista Persona y Sociedad. Volumen XIX/ Nº3/ Diciembre 2005. Universidad Padre Alberto Hurtado. Pág. 96.
[20] Carlos Ramos. Como investigan los sociólogos chilenos en los albores del Siglo XXI. Revista Persona y Sociedad. Volumen XIX/ Nº3/ Diciembre 2005. Universidad Padre Alberto Hurtado. Pág. 100-101